lunes, 29 de abril de 2013

MIGUEL STROGOFF

Cuando la luna se habia apagado
por indulto post-nuclear de ácido lisérgico
como orgía espacial del Reich-Poliburó,
entre acordes naranjas de oxidadado clavicordio,
Miguel Strogoff llegó a Japón.

Flaco servicio a Trántor, que un día
fue devorada por gourmets en taparrabos,
y tal como el neón iluminaba el cadáver
de Musa restregándose contra la luz de Véspero,
por destruir a cabezazos Urales de plastilina 
en nuestro jardín impío:

Montado en el funicular de Mercurio
que en la noche monosilábica y polisémica,
rumbo al sol desde la homónima monotonía
entre láminas de paté de hígado de rata,
Sire -gritaba- en su carro de piel podrida
Sire -las estrellas lunáticas duelen.

Nunca druida dragón Drácula
insiste instante insinuación de para hasta
cuando
cute
cupid
cup
con
cremoso
la
de
algo

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