domingo, 24 de marzo de 2013

EL FINAL DE LA ODISEA

Cuando bajo al funesto abismo al que un día
un Ulises desesperado y muerto de miedo
descendió para asesinar a su propio clon,
en la oscuridad me rodea un ejército de esqueletos
montados sobre caballos de flamígera crin
que empiezan con espadón a pelar mi cuerpo 
como jugosas lonchas de dönner kebab;
y justo cuando pienso que voy a morir
pues ya apenas queda carne cubriendo mis huesos,
escucho siempre tus palabras sabias,
recordándome que no tengo de qué preocuparme
pues sólo es una película de ciencia ficción.

Quizás esta extraña existencia
no sea más que el delirio 
de un dios tarado;
y los cielos asfaltados de Pekin,
el urbanismo lunático e inhumano de Osaka,
y las burradas que hacen los yanquis por el mundo
sino parte de un experimento interplanetario
llevado a cabo por una supercomputadora
cuyos designios nos es imposible entender;
o por enano de infinita inteligencia,
pero extrema crueldad 
montado a hombros de desbocado gigante;
quizás todo sea un Gran Hermano sideral,
o un sobrenatural juego de estrategia
cuyo escenario es todo el universo.
 
Cuando se acabe la partida,
podremos estar juntos para siempre;
cuando salgamos de ésta,
podremos descansar en paz;
cuando termine nuestra odisea,
dejaremos de estar siempre cansados,
y encontraremos a todos nuestros Pílades,
y podremos comer chuletón todos los días,
y ya no tendremos que morir nunca más;
y cuando despertemos, podremos por fin dormir tranquilos.
 
Eso es religión:
Matrix
y la Vida es suo.
La Realidad Paralela
y Life is a Dream.
La fe
del hombre
en el final de la Odisea.

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